domingo, 15 de marzo de 2015

La Vera Cruz celebra los 400 años del voto y juramento inmaculista de Osuna (1615-2015)




Recientemente se ha encontrado la documentación que atestigua el voto y juramento de Osuna que sitúa a la villa ducal entre las primeras en la defensa del dogma

Desde la Baja Edad Media la polémica surgida en el seno de la Iglesia entre defensores y detractores de la creencia en la concepción inmaculada de María dividió a teólogos, universidades, ciudades, órdenes religiosas, diócesis y concilios. La denominada “cuestión concepcionista” supuso una diatriba entre los partidarios de la opinión piadosa, representados fundamentalmente por franciscanos y jesuitas, y los antagonistas, capitaneados por los dominicos, en coherencia con la doctrina de Santo Tomás de Aquino. Fue el Seiscientos el siglo definitivo de su defensa, desde una vertiente institucional y política gestionada por la monarquía de los Austrias, pero también por el propio pueblo, que manifestó su adhesión participando en las distintas celebraciones que se organizaban. En el marco de un ambiente definido por la Contrarreforma el siglo XVII aporta dos importantes novedades al debate: por un lado el expreso compromiso de la monarquía española, convertida en adalid del catolicismo, y por otro su popularización. En España la promoción de la Inmaculada Concepción fue una de las claves definitorias de la religiosidad del siglo. Entre 1613 y 1617 el reino alcanzó un verdadero paroxismo en un fervor que alcanzó a todos los estamentos sociales. Su defensa fue asumida por la sociedad en España con un sentido “político-nacional” como signo de identidad. Algo parecido a lo ocurrido por entonces con la defensa real del Santiago en España, materia de polémica y de encontrados enfrentamientos pese a que destacados eruditos europeos y dignatarios de la Iglesia la consideraban sólo fantasía y propaganda.
Fueron años aquellos en los que la diócesis de Sevilla brilló en el entusiasmo mostrado por la devoción piadosa, lo que devino con el tiempo en una verdadera apoteosis inmaculista. Este sentimiento popular se desbordó cuando se produjeron los explosivos acontecimientos desatados entre los dominicos, por un lado, y las familias franciscanas y jesuitas y otras órdenes por otro. En los sucesos tomó parte toda la población, dando lugar a una clamorosa conmoción popular que provocó incluso altercados con problemas de orden público. Los minoritas, adalides de la causa, vieron el momento de abatir lo que llamaron la soberbia de los dominicos. Todo se desencadenó cuando, según cuentan las crónicas, un fraile de la Orden de Predicadores en la fiesta de la Natividad, el 8 de septiembre de 1613, al predicar un sermón en el púlpito de Regina Angelorum se atrevió a zaherir que María “había sido concebida como ustedes y como yo y como Lutero”. El predicador y sus hermanos de religión con anterioridad se habían negado a comenzar los sermones con la invocación, que por entonces empezaba a generalizarse, “Bendita sea la Inmaculada Concepción”, lo que indignó a toda la ciudad. La afrenta suscitó en la población una extraordinaria repercusión. Las declaraciones fueron tomadas como una ofensa no sólo contra la Virgen María sino también contra toda la ciudad de Sevilla. El pueblo intentó agredir incluso al predicador. Las hermandades y cofradías, furibundas, promovieron actos y celebraciones en desagravio por la afrenta dominica. Abundaron las prédicas a favor de la Reina de los Cielos. Sucesos parecidos ocurrieron en Córdoba un año más tarde o en la propia Osuna. En la villa ducal un padre agustino se vio envuelto en una serie de acusaciones promovidas por los dominicos, que lo llegaron a la Inquisición con motivo del polémico sermón que pronunció en alabanza de la Inmaculada Concepción en un  novenario celebrado en 1615. La Inquisición tuvo que intervenir e hizo las diligencias oportunas. La cuestión fue elevada a la Suprema e, incluso, se acudió a Roma. Finalmente las aguas volvieron a su cauce y la paz se escenificó yendo del brazo dominicos y franciscanos en la procesión de la Inmaculada Concepción que organizaron los jesuitas.
Con el fin de acabar con todas estas controversias doctrinales y disputas populares entre los defensores y adversarios de la pía doctrina, Felipe III constituyó en 1616 una Junta de Prelados para pedir el reconocimiento del misterio mariano a la Santa Sede. Estableció tres Reales Juntas (1616, 1617 y 1618) para lograr que el Pontífice definiese el dogma. Fueron varias las embajadas enviadas a Roma apremiando al Su Santidad. Será dentro de este convulso contexto donde se imbrique la misiva que Felipe III remitió al Colegio y Universidad de la Santa Concepción de Osuna. Con el devenir de los tiempos el centro docente ursaonense debió gozar de cierto reconocimiento como centro defensor de la devoción pía y de alguna fama entre las universidades concepcionistas de España. Lo que se puede desprender de la carta, fechada en Lerma el 14 de octubre de 1617, que Felipe III le remitió al claustro universitario instándole a interceder ante el Pontífice.
A partir de 1615 el movimiento inmaculista se intensificó de manera considerable y un caso tangible de esa efervescencia fue la proliferación de votos en su defensa en ciudades y toda clase de instituciones. Ese mismo año hizo el voto la ciudad de Palencia. En 1617 hizo lo propio la ciudad Granada. El 8 de diciembre de ese año los cabildos de la ciudad de Sevilla, el secular y el eclesiástico, realizaron el voto a favor de la creencia inmaculista. Ese mismo año lo hicieron las ciudades de Santiago y Toledo. En 1618 dieron el paso el obispo y el clero de Barcelona, el arzobispo y clero de Tarragona y Zaragoza, y las ciudades de Salamanca y Valladolid. En el año 1619 hizo lo propio la ciudad de Zaragoza. En Valencia se materializó en 1624. En Andalucía fueron notables los casos de ciudades como Sevilla, o el caso de Granada, que se erigieron en acérrimas defensoras de la causa. En otras ciudades andaluzas pese a que prosperó la devoción, el voto tardó en llegar, caso de Málaga, donde los cabildos municipal y eclesiástico lo juraron solemnemente el 8 de diciembre de 1654.
La vecina localidad de Écija fue adelantada en la corriente inmaculista. El voto se produjo en el cabildo municipal del día 21 de agosto de 1615, cuando se acordó además la celebración de una fiesta solemne en la parroquia de Santa Cruz, con misa, sermón y procesión claustral. Marchena también fue de las primeras en nuestro entorno. El 4 de septiembre de 1616 los mayordomos de todas las cofradías, junto con los cabildos, órdenes, el duque y todos los caballeros, juraron pública y solemnemente defender el dogma. Precisamente, en 2014 los representantes de las parroquias y hermandades de Marchena se reunieron con el arzobispo de Sevilla para presentarle los actos conmemorativos del 400 aniversario que celebraran en 2016. En otra localidad próxima como Lucena los caballeros capitulares del ayuntamiento instituyeron el juramento de la defensa en 1625, que se celebró en la iglesia de San Francisco.
Al pairo de tan encendida defensa, la villa de Osuna, que ostentaba la titularidad del Ducado y era cabecera de los estados andaluces de los Girones, iba a seguir los pasos de sus señores desde que allá por el segundo tercio del Quinientos fuera promovido el culto inmaculista por don Juan Téllez Girón, el segundón de la Casa que, pese a tener su carrera destinada al estamento eclesiástico, a la postre fue elevado al pavés del Condado de Ureña, en calidad de cuarto titular. Tanto la festividad de Corpus Christi como la de la Inmaculada Concepción ocuparían una privilegiada posición en su particular santoral. A tan profundo fervor se debió la fundación de la ingente empresa del Colegio-Universidad de la Santa Concepción de Osuna. Patronato bajo advocación mariana que fue erigido, a instancia del propio Conde de Ureña, por la gracia expedida por Paulo III el 10 de octubre de 1548. En los estatutos de la institución universitaria, de seguro elaborados por el propio fundador como los de otros que rigieron algunos de sus patronatos, quiso con denuedo dejar establecida su ferviente devoción por la Inmaculada Concepción, situándola entre las primeras universidades en exigir la defensa de la creencia a todos sus docentes y alumnos. 
El denodado posicionamiento de los Girones debió favorecer en el pueblo parecida actitud sobre todo en torno al foco de la Universidad y la Colegiata. Debía vivir la villa ducal por entonces cierto ambiente de exaltación en la defensa concepcionista que hizo que se prodigaran iniciativas imbuidas de aquel sentido triunfalista. La Universidad celebró un octavario con sermones y misas que concluyó con una solemne procesión. También el convento de San Francisco organizó un octavario con procesión, a la que acudieron todas las religiones. Osuna se adhirió a la defensa inmaculista dos años antes que una ciudad tan mariana como Sevilla. Recientemente hemos encontrado la documentación que atestigua el voto y juramento realizado en 1615 entre los dos cabildos, el eclesiástico y el del Concejo, y que sitúa a la villa ducal entre las primeras en erigirse en defensora del dogma. A lo largo de aquel año los dos cabildos tuvieron varias reuniones para tratar de la “debocion” que “de presente tanto a crecido y tiene entre los fieles cristianos especialmente en nuestra España”. Era deseo que ambos cabildos, “teniendo la santa y pia opinión en sus corazones” y “teniendola por la principal patrona de la dicha uilla”, se votara e hiciera juramento para celebrar la fiesta perpetuamente el 8 de diciembre. Se puso de manifiesto además cómo este misterio era celebrado con “grandes fiestas” en este “breve tiempo que comenzose del saber” en España y especialmente en Andalucía, “donde todas las ciudades lugares principales y medianos savemos que con toda la deuocion y animo a cada uno posible en la suntuosidad y con santisima emulación a querido mostrarse y señalarse en esta celebración mostando la voluntad con que reverencian estas singular preheminencia de la santísima Virgen”. Expusieron también “quan obligados estan todos los vecinos desta uilla a hacer grandísima demostración de la alegria en esta solemne festividad y deuocion”, por cuanto “a sido y es la pascua y fiesta mas solemne de nuestra santísima madre Iglesia para los excelentísimos señores duques nuestros patronos”. Con motivo de tal festividad hacían “fiestas y mercedes en este dia con cuya predicacion y doctrina y defension que este singular previlegio hace el ynsigne collegio y universidad desta villa fundado debaxo desta advocación” y “todos los antepasados padres e hijos presentes personas de esta uilla se an criado y crian y asi lo confiesan y tienen”. Estando pues ambos cabildos conformes, “se juntaron en esta hermandad […] con toda vnion conformidad todos juntos unánimes” y acordaron que se publicara “por esta villa con toda demostración”. Y así fue, el 6 de diciembre fue publicado el acuerdo por los pregoneros en la plaza publica de la villa y “por otras partes publicas de las calles y placuelas della yendo a cauallo llevando el regidor Pedro de Cueto el estandarte de la advocación de la dicha festividad con chirimias y a tauales”.
Por aquellos años los cofrades de la Vera Cruz tuvieron en Osuna un papel relevante en la potenciación de la creencia. En plena entusiasmo inmaculista se editaba en 1616 el sermón que predicó el 6 de febrero de aquel año fray Alonso de Toledo, lector de prima y corrector del colegio de Nuestra Señora de la Victoria, con motivo de la octava en honor a la Inmaculada Concepción que celebró la Cofradía de la Santa Vera Cruz en el convento de San Francisco de Osuna. A la octava asistieron los dos cabildos, el señor gobernador, el claustro de la Universidad y los capellanes del Sepulcro de los duques, toda la caballería y ”grande concurso piadoso de la gente”. Resulta natural que fueran los devotos de la Santa Vera Cruz quienes organizaran  a octava ya que habían sido los franciscanos, aquellos grandes devotos de la Inmaculada Concepción, los que fundaron en sus conventos cofradías inspiradas en la veneración al santo madero. En todos ellos instituyeron cofradías cuya advocación tenía marcada significación para la Orden, la de la Limpia Concepción y la de la Vera Cruz. Señalaba el religioso como la “limpieza de su Concepcion, la Santissima Virgen del arbol de la Veracruz la tiene, y este es el fruto de este arbol”. De manera que “el no tener culpa fue por esta vandera enarbolada, que es lo mismo que el arbol leuantado por el arbol de la Veracruz, y pasion, que en ella padecio”.
Este año se cumple por tanto el 400 aniversario del voto que hizo la villa de Osuna y con motivo de tal efemérides la Hermandad de la Vera Cruz esta preparando una serie de iniciativas en torno a la exaltación de la Inmaculada Concepción, de las que se irán dando noticia en su momento. Cabe destacar que, según consta en la documentación que obra en el archivo de la Hermandad, desde su reorganización allá por los postreros años del siglo XIX contaba entre sus enseres con un Sine Labe galoneado de plata. Por ello, se ha recuperado un antiguo estandarte inmaculista que se prevé pueda estrenarse en la próxima Semana Santa. Otra iniciativa será la asistencia de la Hermandad en la procesión del Corpus Christi con referencias alusivas a la Inmaculada Concepción. Por último, después de veinticinco años, la Hermandad ha recuperado un cuadro con un marco-retablo barroco, fechado en el primer tercio del siglo XVII, en el que se representa una alegoría de la Inmaculada Concepción. Se estaba restaurando en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, a donde fue llevado el 17 de octubre de 1989. En su origen, según testimonia la documentación de la Hermandad, esta obra se encontraba en su capilla  de la iglesia de San Francisco. Se tiene previsto exponerlo al culto en una misa que se celebrará el próximo 8 de diciembre, donde la Hermandad hará renovación del voto y juramento inmaculista que hiciera Osuna hace ahora 400 años y asumirá como lema propio aquellas palabras que pronunciara fray Alonso de Toledo en la octava celebrada por los cruceros  en 1616: “LA LIMPIEZA DE SU CONCEPCION, LA SANTISSIMA VIRGEN DEL ARBOL DE LA VERACRUZ LA TIENE”.

PJMS

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