viernes, 4 de abril de 2014

Presentada la peana para la Esperanza



     En un acto interno celebrado el pasado martes día 1, la hermandad de la Vera Cruz presentó uno de sus estrenos, la peana para Nuestra Señora de la Esperanza. Se cumple con ello un deseo de años que afortunadamente ahora se ha convertido en realidad.
Esta realizada en metal plateado y tanto las trazas como el léxico decorativo siguen de cerca la estética del paso de la Virgen, obra de 1904 que, pese a las reformas sustanciales posteriores que ha sufrido, conserva elementos fundamentales para su compresión. Paso este, único y excepcional, tallado en madera dorada y policromada con motivos mitológicos, entre los que sobresalen con singular protagonismo las esfinges y grifos de las esquinas, que nos remite a la inspiración oriental tan en boga a lo largo siglo XIX. Una pieza artística que con el devenir de los tiempos no llegó a entenderse en su justa medida, probablemente por novedosa, atrevida y exótica, y que ahora, transcurridos más de un siglo desde su realización, debiera calibrarse en su verdadera dimensión. De manera que, con la perspectiva de los años, se pueda ponderar en su contexto como una auténtica rara avis, nacida en los últimos estertores del historicismo, los primeros efluvios del modernismo, y la plena ebullición del gusto por lo pintoresco, lo exótico, lo lejano y la fascinación por lo egipcio que tuvo tanto predicamento en aquella Europa decimonónica y de principios del siglo pasado.


     En España también se prodigo el arte inspirado en Egipto, en consonancia con la mentalidad revival predominante en el arte y en el gusto de la sociedad finisecular. El cauce principal de introducción fueron las revistas ilustradas, en las que se publicaban fotografías de los pabellones construidos en estilo neoegipcio en las Exposiciones Universales. Era habitual además el uso de pequeños elementos decorativos en colofones y letras capitulares. A ello debemos añadir las monografías que estudiaban aspectos diversos del arte egipcio, que ponían de manifiesto el interés que suscitaba entre el público, en general, y en los especialistas en particular. Una tercera vía de introducción, no de poca importancia, fueron las escenografías teatrales. Egipto se había puesto de moda y así lo atestiguan los decorados de óperas, que requerían de grandes telones para la ambientación de la escena, como el Nabucco de Giuseppe Verdi, obra que se estrenó en 1842 basada en el Antiguo Testamento y en el Nabuchodonosor de Francis Cornue y Anicète Bourgeois. Poco a poco se fue moldeando el gusto a un estilo cuyas manifestaciones se contemplaban en el teatro y se veían en la prensa especializada. No se puede olvidar también la importancia que años más tarde tuvo la cinematografía como vehículo de transmisión de primer orden de los modelos neoegipcios. Las múltiples películas que con temática bíblica e histórica se rodaron en Hollywood mostraban una amplio repertorio.



     La nueva peana mantiene este cariz estético en el marco de aquel eclecticismo artístico. En su diseño predominan elementos extraídos del propio paso, como los chaflanes de las esquinas de su canasto. En un juego de líneas contrapuestas, la composición troncocónica de pirámide truncada de la canastilla se contrasta con los perfiles cóncavos de la peana. En su vertiente decorativa tiene especial preponderancia el friso central. Se compone con una serie de dibujos geométricos, en los que se insertan pequeños espejitos, algunos de los cuales recuerdan al escudo de la hermandad, siguiendo una técnica frecuente en los retablos y marcos barrocos y rocoró de la segunda mitad del siglo XVIII y propio del arte ecléctico de la siguiente centuria. Este recurso ilusionista incide en el carácter efectista de la propia obra y la contextualiza en el conjunto del paso y su puesta en escena. Otros motivos ornamentales predominantes son las características ovas, que también vemos repetidas en las jarras laterales del paso. Cabe destacar además, en sendas tarjas situadas en los chaflanes, la presencia de los escudos de los franciscanos y los agustinos, en recuerdo a las dos sedes canónicas donde históricamente ha estado establecida la corporación crucera. Resulta reseñable asimismo un friso donde aparecen cinceladas las siguientes letanías: “MATER PVRISSIMA - MATER SALVATORIS - SPES NOSTRA - MATER ECLESIAE - DOMVS AVREA”. En el eje central, justo debajo de la letanía alusiva a la advocación de la Virgen titular, se dispone una cartela con el escudo de la hermandad, escoltado por dos filacterias con su lema: “AVE CRUX - SPES UNICA”. Se remata la obra con una vistosa crestería de palmetas y flores de loto que se alternan, en consonancia con la decoración oriental que impregna a todo el conjunto.
PJMS

Fotografías: Antonio Cuevas.

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